La mejor manera de controlar un cultivo es su gestión eficiente y rentable. Ya hemos dedicado varios artículos al cuidado de los suelos, su porosidad y composición. También a los tipos de suelo y los factores que influyen en la atmosfera del suelo. Hoy nos centraremos en la gestión eficiente y rentable.
Significado de gestión eficiente en agricultura
Una gestión eficiente es la que ofrece al agricultor un producto de calidad y a la vez cantidad, sin deteriorar el suelo para posteriores cultivos. Además, debe realizar una agricultura sostenible y que no deteriore el medio ambiente.
La mejor forma de equilibrar la producción rentable y un manejo sostenible del suelo es hacer una buena planificación de todo el proceso fenológico que preserve su degradación.
Como ya indicamos en otros artículos, el suelo se compone de:
- Materia orgánica. Es el conjunto de sustancias de origen vegetal y animal que se entremezclan con los minerales. También llamado humus. Es imprescindible para el crecimiento de las plantas.
- Agua y aire. Circulan por los poros del suelo, dependiendo de su textura o proporción de minerales que lo forman. También de la forma de riego. Cuanto más selectivo sea, mejor. El riego ideal en la mayoría de los casos es por goteo, que va directamente al sistema radicular y hace que fuera de este no tengamos tanta humedad y se evita el crecimiento de maleza. Si el cultivo es extensivo es mejor aspersión u otras técnicas.
- Minerales. Puede clasificarse según el tipo de materiales que recoge la pirámide siguiente:

La gestión del suelo favorece la agricultura sostenible
La agricultura sostenible es un enfoque de producción agrícola que busca satisfacer las necesidades actuales de alimentos, fibra y otros productos agrícolas, al tiempo que se preservan los recursos naturales y se promueve la equidad social y económica. Se basa en la idea de que los sistemas agrícolas deben ser responsables ambientalmente, socialmente justos y económicamente viables a largo plazo.
Algunos principios clave de la agricultura sostenible incluyen:
- Conservación de los recursos naturales: La agricultura sostenible busca minimizar el impacto negativo en los recursos naturales, como el suelo, el agua y la biodiversidad.
- Se promueven prácticas de conservación del suelo, manejo del agua eficiente, uso responsable de insumos químicos y promoción de la diversidad biológica en los sistemas agrícolas.
- Ayuda a regular el ciclo del carbono. Los organismos vivos del suelo favorecen la circulación de los nutrientes y del carbono.
- Regula el ciclo del nitrógeno. Está relacionado con la actividad de los microbios y bacterias que anidad en el suelo.
- Suministra alimentos a la población. También productos farmacológicos y otros recursos.
- Mantiene el ciclo de nutrientes.
- Regula el ciclo del agua y la huella hídrica.
- Ayuda a controlar los ciclos climáticos.
- Mantiene el ciclo biológico de la vida. «Los suelos son una parte fundamental en el equilibrio de los ecosistemas: funciona como filtro y amortiguador al retener sustancias, protege las aguas subterráneas y superficiales contra la penetración de agentes nocivos y transforma compuestos orgánicos descomponiéndolos o modificando su estructura consiguiendo la mineralización» (FAO)
Todo esto favorece el medio ambiente y hace que la agricultura sea sostenible.
¿Cómo gestionar tus cultivos?
La primera y más importante técnica, para gestionar bien una plantación, es el conocimiento, tanto del suelo, como de los factores climáticos y el tipo de cultivo que se adapta a él. La gestión de los cultivos implica una serie de prácticas y decisiones que se toman a lo largo del ciclo de vida de las plantas cultivadas.
Planificación de cultivos:
Selecionar los cultivos adecuados en función de factores como el clima, el suelo, la disponibilidad de agua y los objetivos de producción. También se determina la secuencia de siembra y rotación de cultivos para optimizar la productividad y minimizar problemas de plagas, enfermedades y agotamiento del suelo.
Preparación del suelo:
Realizar tareas de preparación del suelo, que pueden incluir arado, nivelación, desmalezado y mejora de la estructura del suelo. Esto facilita la siembra, el enraizamiento de las plantas y la disponibilidad de nutrientes. Un suelo no lo vamos a conocer con solo mirarlo, necesita unos análisis y un mapeado del terreno para saber su composición exacta. Por tanto, el asesoramiento con empresas especializadas es lo más conveniente.
Siembra o plantación:
Se realiza la siembra de las semillas o la plantación de plántulas en el suelo siguiendo las recomendaciones específicas para cada cultivo. Esto implica determinar la densidad de siembra, la profundidad de siembra y el espacio entre plantas, entre otros factores.
Riego:
Se maneja el suministro de agua necesario para las plantas, ya sea a través de sistemas de riego, como aspersión o goteo, o mediante el control de los patrones de lluvia. Se monitoriza con sensores y se ajusta el riego según las necesidades de las plantas y las condiciones climáticas. El riego controlado por sondas es una de las mejores formas de manejar un cultivo para que reciba el agua que necesita cuando la necesita. evitar aguas salinas o contaminadas. Con un análisis del agua en laboratorio podemos determinan su pH y la salinidad. También es importante la pendiente del terreno y la orientación al sol. La atmósfera del suelo es otro de los factores importantes que debemos regular. La mala aireación influye directamente en el crecimiento de los cultivos.
Fertilización:
Suministar nutrientes esenciales a las plantas a través de fertilizantes,m evitando los químicos. Se realiza un análisis de suelo para determinar las necesidades nutricionales y se aplica la cantidad adecuada de fertilizantes en el momento oportuno. Se deben emplear fertilizantes orgánicos o técnicas de manejo del suelo para mejorar la fertilidad. Aportar compost y restos de poda, follaje… Con ello evitaremos su contaminación, el aumento de salinidad, acidificación, alcalinización y contaminación.
Control de malezas, plagas y enfermedades:
Implementar estrategias de control integrado de plagas, que incluyen el monitoreo regular, la prevención, el uso de métodos biológicos, culturales y químicos selectivos, y la adopción de prácticas de manejo para minimizar los impactos negativos de las malezas, plagas y enfermedades.
Manejo de la cosecha:
Se lleva a cabo la cosecha en el momento óptimo, utilizando técnicas adecuadas para cada cultivo. Esto puede incluir la recolección manual o mecanizada, el manejo adecuado de las partes de la planta cosechada y el almacenamiento adecuado para preservar la calidad de los productos.
Registro y seguimiento:
Se realiza un registro detallado de todas las actividades y decisiones tomadas a lo largo del ciclo de vida del cultivo. Esto incluye registros de siembra, riego, fertilización, aplicaciones de plaguicidas, entre otros. Estos registros ayudan a evaluar y mejorar las prácticas de gestión en futuras temporadas.
Todas estas técnicas, se pueden conocer por tradición familiar o estudios agrícolas, pero en la actualidad tenemos tecnologías y profesionales que nos ayudan a gestionar mejor nuestros cultivos. Existen cursos de formación, para actualizar nuestros conocimientos al momento tecnológico que vivimos y para conseguir el máximo rendimiento en producción a la vez que protegemos mejor el medio ambiente.
La gestión de los cultivos requiere conocimientos técnicos, habilidades prácticas y la capacidad de tomar decisiones informadas en función de las condiciones específicas. Se busca optimizar el rendimiento, la calidad y la sostenibilidad de los cultivos, asegurando una producción.

Plantae y el riego controlado
Si algo influye en un cultivo es el control de la humedad del suelo, que bien gestionado hace que la planta absorba los nutrientes de forma eficaz, proporcionando un ahorro de agua, energía y fertilizantes.
Si además controlamos factores como la conductividad que nos aporta información sobre la salinidad, la temperatura del suelo que influye en la salud del sistema radicular y una estación meteorológica que controla los factores externos, tendremos el cultivo gestionado en todo el proceso edáfico y los resultados serán mucho más rentables.
Todas estas prácticas deben registrarse en un cuaderno de campo y otro de agua que detallaremos próximamente


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