La agricultura de precisión tiene dos retos, uno la cantidad de alimento y otro la calidad, para evitar el hambre invisible, es decir, la cantidad necesaria con las propiedades nutricionales suficientes.
¿Qué es el hambre?
Según la FAO, organización de las naciones unidas para la Alimentación y la Agricultura, una persona sufre de hambre si durante un periodo prolongado de tiempo, el aporte energético ingerido hace que su organismo funcione de manera inadecuada,.
El umbral energético se sitúa en las 1800 Kcal diarias. Y esa definición de hambre es la que padecen las personas referidas que no tienen suficientes alimentos, y le llamaremos hambre crónica, y solo mide la carestía de calorías.
El hambre invisible
Hay científicos, como Konrad Biesalski (Universidad de Hohemhein) que alertan de otro tipo de hambre, este nuevo hambre lo sufren personas que consumen más de esas 1800 kcal diarias. Ese nuevo hambre es la desnutrición provocada por una privación o un déficit de nutrientes y/o vitaminas. Le llamaremos hambre invisible.
Alimentos básicos
Los alimentos básicos de la dieta humana son:
- El arroz.
- El maíz.
- El trigo.
Cubren cerca del 75% de las necesidades calóricas de un ser humano, pero estos alimentos no aportan suficientes minerales, vitaminas, oligoelementos, ácidos grasos y aminoácidos.
Por ello para ingerir los nutrientes no adquiridos con la alimentación básica comemos el resto de grupos alimenticios.

Carencias de minerales que producen el hambre invisible
Según estudios, como el del doctor Cakmak (Universidad Sabanci), hay personas que tienen en su dieta una disposición sin restricciones de todo tipo de alimentos y aun así muestran trastornos de la salud provocados por deficiencias en minerales y/o vitaminas.
Para este doctor la prevalencia de la obesidad es un síntoma de este hambre invisible.

Y este hecho le llevó a estudiar las carencias de minerales en los cereales. Y este será el primer ejemplo que mostraremos, más adelante.
Así que el segundo reto del mundo agrario comienza cuando nos centramos en el hambre invisible. Hay trabajos que demuestran que los alimentos producidos tienen carencias de ciertos nutrientes.
Los estudios realizados indican que esta deficiencia está relacionada con la degradación de las propiedades agronómicas de los suelos.

En este artículo mostraremos tres estudios que ilustran perfectamente esta realidad. Pero no podemos dejar de comentar el proyecto internacional HarvestPlus, financiado por la CGIAR que agrupa a más de 200 científicos.
1.- Carencias de Zinc
El doctor Cakmak (Universidad Sabanci) fue el primero en demostrar la relación establecida entre el vínculo de un suelo pobre en zinc y los contenidos de zinc en los cereales cultivados. Y demostrar su posterior relación con enfermedades en los seres humanos.
Actualmente existe un proyecto internacional denominado HarvestZinc Fertilizer, que demuestra que cerca de la mitad de los cereales mundiales presentan carencias de Zinc.
Por lo tanto, esto supone que cualquier alimento obtenido por harina de esos granos contiene una insuficiente cantidad de ese elemento químico.
Según los estudios del doctor Cakmak, 450.000 niños menores de cinco años mueren cada año debido a una alimentación deficitaria en este elemento. Se ha demostrado que la deficiencia de zinc debilita el sistema inmunológico y provoca disminución en la capacidad de concentración.
Para suplir la falta de zinc podemos incrementar la ingesta de: avellanas, almendras, quesos, huevos y pipas de calabaza.
2.- Carencias de Selenio
Un problema posiblemente resuelto por los ganaderos de hace milenios. En la Inglaterra de la revolución industrial observaron serios problemas de fertilidad en el ganado de sus granjas, y se acabó resolviendo con bloques de sales minerales ricos en selenio. Inglaterra gracias a este acontecimiento es el país que más ha investigado esta deficiencia en sus suelos y en sus alimentos.
Un estudio de la doctora Margret Rayman (Universidad de Surrey) ha descubierto y señalado un déficit de selenio en la población inglesa que no se debe al azar. Este déficit se ha visto relacionado con una disminución del consumo de vegetales de origen mediterráneo en favor del consumo local. Este micronutriente que los ingleses asimilan principalmente a través de la alimentación es particularmente escaso en los suelos del reino unido.
La doctora Susan Tait (Universidad de East Anglia) ha confirmado que este micronutriente es un reto para los países del Norte de Europa. Su estudio indica que el pasto establecido en estos suelos es deficitario en selenio, lo que provoca que las reses que pastan estos forrajes no asimilen suficiente. Se ha demostrado que la carne de este ganado posee una escasa cantidad de selenio. Según esta científica la deficiencia de selenio está relacionada con el cáncer de mama y de próstata. El selenio está presente en todos los tejidos humanos y es parte de más de 20 proteínas. Así como equilibrador del sistema inmunológico.
La falta de selenio se puede suplir con alimentos vegetales cómo: ajos, cereales integrales, nueces, castañas, piñones y hortalizas.
3.- Carencias de hierro
La falta de hierro es la carencia más frecuente entre las afecciones estudiadas, y está vinculada al padecimiento de anemia ferropénica. Esto es debido a que el átomo de hierro es fundamental para la formación de la hemoglobina.
Estudios de la doctora Petra Heinrinch (Universidad de Dusseldorf) responsable del programa de investigación «el Hierro como Biofortificador», han demostrado que los vegetales que se han desarrollado en suelos con suficiente hierro para su desarrollo no proporcionan ese mismo hierro de manera proporcional al consumidor en cantidad adecuada. Mientras que los desarrollados en suelos con carencias de hierro presentan deficientes tasas de nitrógeno, magnesio, calcio y manganeso, además de ser muy bajo el nivel de hierro que aportan. Pero esto no ocurre con las legumbres, las que se desarrollan en suelos con alto contenido en hierro acumulan altas tasas del mineral.

Por lo que parece, está ocurriendo un desequilibrio en la ingesta de la dieta de la población. En este estudio se demuestra la correlación existente entre el descenso del consumo de legumbres y el aumento de casos detectados de anemia.
También se puede deducir que las legumbres consumidas pueden no ser de alto valor nutricional, y de ahí el reforzamiento en el aumento de casos detectados.
Los alimentos que lo pueden compensar son: espinacas, semillas de calabaza, limones, brócoli, pescados y mariscos cómo las almejas y otros.

Estas graficas se corresponden a datos referidos a España, donde la situación no es tan grave como en el resto del mundo, según la Federación Europea de Nutricionistas. Hoy el 20% de la población europea sufre anemia relacionada con la falta de hierro en la dieta. Los niños y las mujeres embarazadas son los más expuestos, ya que tienen necesidades más altas.
Influencia de la falta de hierro en el organismo
Cuando los niveles de hierro en sangre son escasos se sufren síntomas como:
- El agotamiento.
- Inapetencia.
- Falta de concentración.
- Dolores de cabeza.
Agricultura de precisión y consumo responsable para evitar el hambre invisible
Como podemos deducir de todo lo expuesto, los agricultores y ganaderos debemos tomar conciencia y consciencia de estos problemas y desarrollar la responsabilidad que tenemos sobre los alimentos que producimos.
Para logar esto, el mundo agrario debe implantar:
- Una agricultura de precisión del suelo conocer su composición por medio de análisis específicos, ya que si cultiva un suelo pobre en nutrientes es difícil que los productos cultivados posean un alto valor nutricional.
- El agua de riego en el caso de que realice una agricultura de regadío para poder realizar el manejo lo más profesional posible, debe tener en cuenta el pH que influye en la calidad de los cultivos y en el terreno, para ello en este momento se dispone de una tecnología que facilita esta tarea,
- Sondas Plantae permite medir la salinidad por medio de sensores que a distintas profundidades detectan la tendencia conductiva del terreno.
- Control de plagas con drones para anticiparse a su propagación y así evitar productos perjudiciales.
Y por último, no podemos olvidar al consumidor, ya que hay que pedirle responsabilidad sobre los hábitos de consumo, y cuestionarlos cuando le están perjudicando su salud.
Cada uno debe ser responsable de los alimentos que ingiere y más le benefician.
Fuentes: